• Jess Sherwood, periodista de la BBC, ha completado esta semana el experimento de hacerse pasar por una niña de 13 años en una realidad virtual.
  • A pesar de declararse menor de edad, ha podido acceder sin problemas a clubs de striptease virtuales donde los usuarios simulan tener relaciones sexuales con sus avatares.
  • En ellos, ha recibido propuestas sexuales de hombres adultos: "Me sentía como si de verdad me estuviera pasando a mí".
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Sustentada en la llegada del metaverso y la tecnología blockchain, la Web3 promete un replanteamiento del actual modelo de internet. Más descentralizado, más libre, más inmersiva, mejor.

Así creen que será la red de redes en no muchos años personalidades como Mark Zuckerberg, que ha apostado al metaverso.

Sin embargo, el metaverso muestra las mismas conductas nocivas que han arruinado buena parte de internet en las últimas décadas.

A las denuncias de acoso sexual que acumula ya el metaverso, esta semana se denuncio un caso de pederastia.

En una investigación, el periodista Jess Sherwood, de la BBC, se hizo pasar por una niña de unos 13 años que, con sus Meta Quest puestas, las gafas de realidad virtual desarrolladas por Meta, andaba perdida en la inmensidad de la realidad virtual que ofrece el videojuego VRChat.

A imagen y semejanza de los chats que se hicieron célebres hace un par de décadas en internet, VRChat ofrece una realidad virtual que permite acceder a distintas salas organizadas por temáticas para interactuar con los avatares de los usuarios que se encuentren en ese momento en ella.

Proposiciones sexuales en el metaverso

Lo primero que encontró Sherwood fue una falta total de control de lo que cada uno puede y no puede hacer en esta realidad virtual.

La falta de filtros de seguridad resultó especialmente llamativa en mitad de una realidad virtual a la que se puede acceder, en teoría, desde los 13 años, debido a que no hay ningún mecanismo que se asegure de la edad del usuario, con lo que la aplicación está al alcance de cualquiera.

Así, la investigadora pudo acceder a salas más o menos inocentes, como un restaurante de comida rápida virtual que sirve como espacio de encuentro de los usuarios, pero también a clubs de striptease y de baile en barra donde era común ver a niños mezclados con adultos.

No fue, desde luego, lo único turbio que encontró.

Aunque es cierto que todo lo que se hace en realidad virtual lo hace un avatar que no es más que una representación digital de uno mismo, conviene no infravalorar la capacidad de estos videojuegos de conseguir que uno sienta en realidad lo que siente el avatar.

«Me sorprendió lo totalmente inmerso que estás en los espacios. Empecé a sentirme de nuevo como una niña. Así que cuando hombres adultos me preguntaban por qué no estaba en la escuela y me animaban a participar en actos sexuales de RV, me pareció todo muy perturbador», explica la periodista en la BBC.

«Definitivamente, VRChat parecía más un patio de recreo para adultos que para niños. Muchas de las salas estaban abiertamente sexualizadas con neón rosa, como las que se pueden ver en el barrio rojo de Ámsterdam o en las zonas más sórdidas del Soho londinense por la noche. En el interior, se exhibían juguetes sexuales».

«Todo lo que rodea a las habitaciones resulta inquietante. Hay personajes que simulan actos sexuales en el suelo en grandes grupos, hablando entre ellos como niños que juegan a ser parejas adultas«.

«Es muy incómodo, y tus opciones son quedarte a mirar, pasar a otra sala en la que puedas ver algo similar, o unirte, cosa que, en muchas ocasiones, me ordenaron hacer».

«Este es un producto peligroso por su diseño y por su supervisión negligente»

Consultada por la BBC, Meta asegura que existen mecanismos para bloquear a aquellos jugadores que tienen una actitud que pueda ser molesta al tiempo que reconoció estar trabajando en soluciones que permitan integrar barreras de seguridad para evitar este tipo de escenas.

Por su parte, preguntado por este mismo medio, Andy Burrows, director de Políticas de Seguridad Infantil Online de la National Society for the Prevention of Cruelty to Children (Sociedad Nacional de Prevención de la Crueldad Infantil), se muestra algo más tajante.

«Se trata de niños expuestos a experiencias totalmente inapropiadas, increíblemente dañinas. Las empresas han aprendido poco de lo que ocurre en las redes sociales. Este es un producto peligroso por su diseño y por su supervisión negligente. Estamos viendo una realidad virtual donde no se ha tenido nada en cuenta la seguridad».

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