• La producción mundial sufre busca blindar la seguridad de suministros.
  • Los peores efectos se han registrado tras la propagación de la pandemia, pero los riesgos venían acechando desde la crisis financiera de 2008. 
  • Esto es lo que ha pasado en 40 años de cadenas globales de valor.
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PlayStation 5 se lanzó al mercado el 12 de noviembre de 2020. Pocos (muy pocos) fueron los afortunados que pudieron tenerlo. Dos años después, la consola sigue siendo difícil de conseguir en todo el mundo y los retrasos en las reposiciones se mantendrán hasta 2023. 

Para reiniciar la distribución de la consola, el fabricante necesita un semiconductor que se utiliza para la fabricación de coches, ordenadores y otros equipos electrónicos.

La remesa de chips no está asegurada para ninguno de ellos, aunque dependan de esas piezas para sacar el producto al mercado.

Toshiba, que proporciona estos procesadores de potencia a TSM (Taiwan Semiconductor Manufacturing, por sus siglas en inglés), advirtió que es poco probable que la situación se normalice incluso en 2022.

Afectando, así la cadena de suministros para entregar tu consola.

Las disrupciones en la cadena de suministros no son fruto de la pandemia y se seguirán produciendo

Con los parones y las restricciones que se impusieron durante los inicios de la pandemia, los retrasos en la fabricación de este tipo de chips se han convertido en la mayor evidencia de hasta qué punto es peligroso que la economía internacional dependa de un bien de alta especialización producido en solo un rincón del mundo.

Como sucedió durante la crisis financiera de 2008 y, ahora, con la guerra de Rusia en Ucrania, el coronavirus tan solo aceleró los efectos propagadores que tiene el mecanismo que mueve la producción internacional.

Este instrumento se conoce como cadenas globales de valor (CGV) y representa las etapas de la producción de un bien dividida entre diferentes países.

Al día de hoy, supone 50% del comercio internacional y, hasta ahora, se consideraba el paradigma de la producción a gran escala.

La gran apuesta: una producción barata y especializada

Desde la década de 1980, los avances tecnológicos en el sector de los transportes, las telecomunicaciones, los acuerdos comerciales y la reducción de las barreras arancelarias permitieron la deslocalización de la producción a nivel mundial para producir más por menos. 

Las multinacionales, que tenían más poder y capacidad para invertir en nuevas infraestructuras más allá de sus fronteras, repartieron su producción por todo el mundo.

Esto hizo posible cambiar de celular cada año o disponer de frutas exóticas fuera de temporada. 

Se llevaban sus centros de producción o llegaban a acuerdos comerciales con proveedores en países donde la mano de obra, los costos de producción y la obtención de materias primas eran muy baratos.

Los países donde inicia la cadena de suministros se han convertido en economías especializadas

Los países productores se convirtieron en economías especializadas clave, donde la inversión extranjera directa, la tecnología y los acuerdos comerciales propiciaron su crecimiento; por ejemplo, China, era uno de ellos y hoy es la segunda economía más grande del mundo.

«La dependencia de China, que tenía un peso muy pequeñito en los mercados internacionales, ha ido aumentando y también la que tenemos de productos intermedios chinos. Esto es una vulnerabilidad para las economías occidentales», explica Rosario Gandoy, catedrática de Economía Aplicada con Business Insider España.

Básicamente, ya no sale tan rentable irse a fabricar a miles de kilómetros. 

Desde la propagación del coronavirus, el combustible, la energía, la tecnología y la libertad de comercio están tensando los eslabones de la cadena de suministros.

Esta situación se agravó con la guerra de Rusia en Ucrania; el impacto del incremento de los costos laborales unitarios de las economías emergentes; y por la subida del precio de los bienes intermedios.

Las barreras arancelarias y no comerciales también se han incrementado en beneficio de un mayor grado de proteccionismo.

El caso más evidente es el de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, pero también lo es la salida de Reino Unido de la Unión Europea.

En este escenario, este tipo de disrupciones no serán algo circunstancial. 

Los riesgos (im)previstos de la cadena de suministros

Los problemas que podrían surgir por trasladar la producción a miles de kilómetros del mercado no eran desconocidos.

Por esta misma razón, y por las necesidades de suministros, los actores llevan años reduciendo los eslabones de la cadena para estar más cerca de donde van a vender sus productos, señala Gandoy.

"Todo esto tiene su propia lógica, que es la lógica de la globalización", aclara el catedrático de Economía Aplicada, José María Serrano Sanz, investigador en el equipo Sector Exterior e Integración Monetaria (SEIM) de la Universidad de Zaragoza.

"No es un efecto de la crisis sanitaria, como no fue un efecto de la crisis financiera de 2008. Esos son aceleradores. Aunque es cierto que, cuando llega una crisis sanitaria y te das cuenta de que no puedes fabricar los antibióticos tú solo, el problema es más grande de lo que te imaginabas", señala.

"La necesidad de reorganizarse ya venía de un poquito antes y la de acortamiento de la cadena de suministros también. La pandemia lo ha acentuado muchísimo porque cadenas más cortas son también cadenas más seguras en la medida en que tienen menos eslabones y, por lo tanto, se controlan mejor", coincide Gandoy.

Algún retraso en un punto de la cadena puede ocasionar que todo se afecte

Estos riesgos se podían haber previsto, según la experta. Las cadenas generan una dependencia muy intensa entre los países. Eso significa que cuando ocurre algo en una de las economías, el efecto se traslada rápidamente a las demás. 

"La menor diversidad de fuentes disminuye la resiliencia y una cadena más larga asume más riesgos que una más corta", explica a este medio Gonzalo de Oña, managing director de Accenture Strategy. 

Imagina que, como la PlayStation, tienes que ensamblar un coche

Si, para montarlo, necesitas pasar cada una de sus partes por una o más fronteras, un retraso podría demorar la entrega del modelo durante meses. 

Si el problema está en que falta una de las piezas imprescindibles para el funcionamiento del coche —que solo se diseña en un país en concreto, como los microchips—, el modelo directamente podría no salir al mercado en años, con el consiguiente impacto para las empresas.

"Igualmente, parecía algo tan excepcional que no era fácil de ver", reconoce la experta. "Lo que ha hecho la pandemia es poner de manifiesto la necesidad de conocer mejor estas cadenas de suministros".

En los inicios de la propagación del virus, por ejemplo, muchos creían que, como entre sus proveedores de primer orden no había ningún fabricante chino, no sufrirían las consecuencias de los cierres.

Pero desconocían que sus propios proveedores muchas veces tenían un segundo o tercer abastecedor de procedencia china.

Ahora lo más importante es tener productos pese al aumento de los precios

El replanteamiento de las cadenas globales de valor es inevitable para salvar las economías dependientes de la cadena de suministros global.

En adelante, veremos un acortamiento de las cadenas para evitar el efecto amplificador de la transmisión de shocks económicos. Pero el proceso es lento y costoso. 

"Es un proceso caro. Como colectivo, nos va a hacer vivir lo peor, porque vas a tener el celular un poco más caro que si lo fabricaran en China. Y no se hace de un día para otro. Pero nos vamos a asegurar de tener lo que necesitamos", explica Serrano Sanz.

"Cuando tú empiezas a ver que la seguridad en el suministro no está garantizada, empiezas a pensar que la seguridad vale más que el precio", añade.

El inventario sobre el precio

Un informe de McKinsey concluyó que las empresas que tenían como objetivo recuperar la producción en 2020, cuando la pandemia cerró fábricas en todo el mundo, en 2021 habían optado por aumentar el inventario disponible e incluso unirse a rivales para activar instalaciones de respaldo de emergencia.

Como consecuencia, se espera que los principales actores de las CGV contemplen mercados alternativos, productos sustitutivos, aumenten las existencias y recurran a nuevas tecnologías para la detección temprana de disrupciones en la cadena o para dar soluciones al incremento de costos.

"Estamos colaborando con múltiples empresas en definir estrategias de segmentación, desarrollar gemelos digitales que permitan evaluar múltiples escenarios de crecimiento, eficiencia, resiliencia, sostenibilidad y capacidad. Así como en ayudarles a generar una mayor visibilidad de lo que está ocurriendo de principio a fin (donde está la mercancía, stock en tránsito) en sus CGV", explica Oña.

La solución será tener dos grandes áreas comerciales

Los expertos creen que se van a establecer en el mundo 2 grandes áreas comerciales óptimas, que compartan rasgos económicos y culturales. 

"El mundo probablemente va a reconfigurarse en grandes áreas económicas y grandes áreas comerciales porque ahora estamos descubriendo que lo único importante no es tener productos baratos, sino simplemente tener productos. Y, cuando interesa la seguridad, el mundo de la globalización pierde enteros", sugiere Serrano Sanz.

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