Paul Alejandro Sánchez

Paul Alejandro Sánchez

Energía Circular

Posicionémonos unos minutos en el futuro, en un punto en el tiempo en donde toda la energía eléctrica que se genera proviene de fuentes renovables y donde sistemas de almacenamiento robustos acompañan a las redes de transmisión y distribución de energía. En ese escenario, las fuentes fósiles solo se utilizan de forma marginal en casos muy específicos pero la industria palidece en comparación con las primeras décadas del siglo XXI.

La energía de este futuro tiene dos características: es barata y abundante y cada unidad adicional no incrementa el costo y, al no generar prácticamente emisiones, las campañas sobre ahorro de energía casi han desaparecido. Pareciera que el único reto por delante es el proceso de disposición final de las tecnologías de almacenamiento y paneles solares de primera generación que cada año se incrementan.

En este mundo ideal: ¿puede existir un efecto negativo de una sobreoferta de energía limpia y barata? En este espacio he propuesto que incluso las energías renovables podrían tener un efecto nocivo en el entorno si no se gestiona adecuadamente su uso. Una muestra de ello la contaminación lumínica, un problema cada vez más palpable en las sociedades modernas.

El incremento de la luz como medio visual para transmitir información ha sido posible por dos cosas: los bajos costos relativos de la electricidad y el incremento de la eficiencia energética en la tecnología de la iluminación.

En los últimos años, quizá el mayor avance de eficiencia energética ha sido en la iluminación. Esto ha representado grandes ahorros para industrias y comercios y ha permitido hogares más iluminados por menos energía consumida; y es que hoy en día un LED produce con 12 Watts luz equivalente a una bombilla de antaño que consumía 100 Watts y desperdiciaba parte importante de energía en calor. Esto ha generado ahorros entre el 80% y 90% en términos de consumo eléctrico para la iluminación.

De tal forma que esto ha permitido que pantallas LED se utilicen para publicidad y aparezcan en todas partes, lo cual puede tener diferentes efectos en las personas desde daños a la vista hasta provocar epilepsias; o bien son barreras para una libre conducción pues una fuerte luz puede provocar disminución en la visibilidad del entorno.

Dada esta tendencia, es común hoy en día ver caminos, ríos, edificios, antenas y calles adornadas con iluminación LED, tendencia que se estima crezca en los proximos años. En consecuencia, en nuestro escenario futurista, las sociedades están destinadas a convertirse en Broadways o Time Squares – en Nueva York – permanentes utilizando cada vez más la iluminación para fines ornamentales y publicitarios, gracias, principalmente a que los costos de la energía se acercarían a cero.

Sin duda, podría asaltar la duda: ¿Es esto algo realmente malo? Quizá no, si la contaminación lumínica se regula de forma adecuada para mitigar el riesgo lo más posible.

Sin embargo, me imagino que la contaminación lumínica constituye tan solo la punta del iceberg de una serie de problemáticas asociadas a un futuro de energías renovables baratas y sin emisiones. Si tienes alguna idea al respecto, no dudes en compartírmela para abordarla más a fondo en este espacio.

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

Descubre más historias en Business Insider México

Síguenos en Facebook , Instagram y Twitter y LinkedIn

Consulta a más columnistas en nuestra sección de Opinión