• Todos los días deseas acabar a tiempo tus tareas en la oficina y no lo consigues.
  • Es posible que la causa sea que no puedes concentrarte bien.
  • No importa si es un entorno ruidoso, tu propio celular o alguien de tu trabajo que te esté hablando, puedes solucionar esta situación.
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Las interrupciones que te impiden concentrarte en tu trabajo cada día están por todas partes: los mensajes en tu celular, la bandeja de entrada de tu correo o ese compañero que no para de hablar. A veces, también vienen de ti mismo.

Tu mente no para de buscar cualquier excusa para no afrontar la tarea que debes realizar, lo cual se traduce en estrés por acabar lo que debes y una lista creciente de pendientes que no deja de crecer.

De acuerdo con la psicóloga y catedrática de Informática de la Universidad de California Gloria Mark pasas un promedio de solo 47 segundos en cualquier pantalla antes de desviar la atención a otra parte y más de 20 minutos en volver a centrarte en la tarea original.

Basándose en los consejos de Mark, desde Inc. proponen seis hábitos que puedes aprender para mantener la concentración en tu trabajo y evitar las distracciones.

1. Entiende el porqué de tu actitud

Cuando sientas la necesidad de navegar sin rumbo por Instagram o de levantarte por cualquier excusa pregúntate por qué. «¿Te aburres? ¿Buscas conexión social? ¿Quizá estás evitando una tarea difícil?» 

En palabras de la experta, ser más consciente de hacia dónde destinas tu atención puede ser el primer paso para recuperar el control sobre ella.

2. Utiliza las redes sociales estratégicamente

Una vez que conoces la causa por la que no eres capaz de concentrarte también puedes intentar ponerle solución para que no te molesten más. 

Mandarle un mensaje a una persona diciéndole que estás pensando en ella «puede darte la gratificación que podrías estar buscando cuando el impulso es desplazarte por tu feed«.

O si crees que se debe al cansancio tómate unos minutos de pausa y después vuelve con las «fuerzas renovadas».

3. Toma descansos de manera proactiva antes de que se agoten tus ganas

No hacer nada puede ser más productivo de lo que crees. Parar de vez en cuando es la manera de «recargar pilas» para seguir rindiendo… siempre que lo hagas con cabeza.

La clave es programarlas proactivamente antes que esperar a que tu cerebro no pueda más. 

Un breve descanso a media mañana, otro un poco más largo para la comida, y luego otro breve a media tarde pueden mejorar la jornada laboral de manera efectiva sin desconcentrarte.

Un paseo al aire libre, una pequeña charla o un estiramiento rápido que te aleje de la pantalla y la silla son maneras efectivas de recuperar fuerzas.

4. Considera si la distracción a corto plazo vale la pena

Piensa en los beneficios que te traerá empezar una tarea, terminarla y después descansar.

De lo contrario, esa pausa para mirar el teléfono o revisar las noticias podría traducirse en perder la concentración y más tiempo del que piensas lo que supondrá alargar tu jornada y perder tiempo de ocio después.

Eso es algo que seguramente no quieres, por lo que concentrarte es esencial para que no ocurra.

5. Deshazte de lo que no te deja concentrarte

Llamadas telefónicas, mensajes de correo electrónico, interrupciones de compañeros… La persona oficinista, en promedio, es interrumpida una vez cada ocho minutos, lo que supone una media de más de 50 diarias.

Si tomamos en cuenta que lleva 20 minutos volver al nivel de concentración que se tenía antes de la pausa, es fácil ver cómo esto mina tu productividad.

Por ello, el consejo básico para lograr una concentración excepcional pasa por liberar tu entorno de distracciones en la medida de lo posible.

Lo que se traduce en un espacio tranquilo, una puerta cerrada y un celular sin alertas constantes.

6. Asegúrate de dormir bien

Mientras duermes, tu cerebro aprovecha para generar nuevas conexiones y cuidar la memoria. Son procesos que no hará en condiciones si descansas mal.

«Las tareas delicadas que requieren atención parecen ser particularmente sensibles a la falta de sueño», apunta un estudio publicado en PubliMed de 2001.

Cuando hay falta de sueño, las personas son más torpes, comenten más errores y piensan con menos claridad. Esto hará más simple que no puedas concentrarte.

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