Ivonne Vargas

Ivonne Vargas

Laberinto Laboral

Las empresas se enfrentan a variados desafíos en el proceso de vivir el regreso a las oficinas, pero hay un elemento que las unifica: 54% de los líderes de recursos humanos, a nivel global,  reconoce que sus empleados están fatigados tras dos años de continuo cambio, de acuerdo con datos de la encuesta ‘Tendencias de Recursos Humanos y prioridades para 2022’, elaborada por Gartner.

Un colaborador cansado, incluso asustado por su futuro laboral, demanda comunicación asertiva. Pero cuando pregunto sobre este tema a empleados de diversas organizaciones, y niveles,  la respuesta casi automática se centra en jefes que imponen; no preguntan, asumen.

Moverse hacia una comunicación efectiva

Para ahondar en el ¿cómo?, recurrí a María Elena Garassini, psicóloga y experta en ciencias del bienestar. El punto de partida de una comunicación positiva es denotar interés por lo que sucede con la persona, dar una retroalimentación usando una palabra o acción positiva, y una propuesta para resolver el problema latente.

¿Esta fórmula se aplica en tu lugar de trabajo? 

La respuesta es ‘no’ si lo que observas en este momento es un lenguaje coactivo o manipulativo para inducir miedo, culpa, vergüenza en los equipos de trabajo, refiere Garasinni, autora del libro ‘Psicología Positiva y Comunicación no Violenta’,  

De ahí parte el hecho de que la responsabilidad, las emociones positivas y el engagement, se conviertan en parte de lo implementado día con día, “para que se vaya percibiendo como algo normal”. 

Cuando los jefes se conducen de esa manera, pierden la atención de los empleados, lejos de clarificar sus necesidades, sentimientos, percepciones y peticiones. 

El resultado es que el conflicto se perpetua, en vez de disiparse. 

Para girar esa situación, hay que empezar por plantear y recibir ‘empáticamente’ la información que acompaña una conversación. Si se observa que el jefe es incapaz de ‘conectar’, el empleado puede ayudar al tratar de comprender ¿por qué la cerrazón de la otra persona?, y hacer preguntas para tener más información y ‘casi’ sentir qué le molesta en extremo a la otra persona. 

Esto no significa estar de acuerdo con la otra persona, eso sería simpatía. Observar, escuchar qué intesifica el comportamient de la otra persona, es empatía. 

Garasinni me comparte un ejemplo de comunicación positiva, interesante por su practicidad y por qué es un hecho que -seguro- hemos enfrentado. 

Diálgo del jefe: ‘Siempre estás a destiempo con tus actividades’. 

Respuesta del colaborador: (antes de explotar) trata de alejarte -un momento- de la situación para entender cómo dar una respuesta el lugar de interés, no del enojo. Por ejemplo: ‘valoro que tengamos tiempo para esta retro, quiero comenzar por explicar qué me limita a estar a tiempo’.

Observación, como puede el jefe plantear su enojo: “las pasadas tres veces has llegado después de la hora que acordamos a esta junta’. 

En opinión de María Elena Garassini, esta simple modificación en la comunicación cambia la forma en la que el receptor recibe la información. Es decir, no la recibe con violencia ni a manera de imponencia. 

Hay cinco elementos que ‘obstaculizan’ la comunicación asertiva. Es interesante analizar cuál de ellos prevalece en nuestras conversaciones cotidianas, generando un impacto negativo: 

  • Juzgar: suponemos una actitud errónea por parte de quienes no comparten nuestros valores. 
  • Ordenar: no dar opción a los demás de decir que no, o de negociar.
  • Diagnosticar: esto significa usar palabras que indican que la persona tiene defectos.
  • Comparar: calificarnos con base en las características de alguien más.
  • Exigir: los deberías. Usar frases que implican que estoy mal, o que la otra persona lo está. 

Con base en estos aspectos, ¿cómo evaluarías hoy la forma en que te comunicas?

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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