Carlos Brown

Carlos Brown

Colectivo

El mundo esperaba en ascuas el resultado de la elección presidencial estadounidense el pasado 3 de noviembre, no solo por las implicaciones nacionales, sino por el rol que jugará Estados Unidos en los retos globales que enfrentamos. Con el triunfo de Joseph Biden se abre de nuevo la opción de tener a la mayor economía global en el Acuerdo de París. El candidato demócrata prometió durante su campaña electoral que regresaría a la economía estadounidense a los compromisos definidos en el mayor acuerdo climático internacional.

Con un Senado posiblemente dominado una vez más por el partido republicano de Mitch McConell, el futuro presidente Biden, quien cuenta con cuatro décadas de experiencia en negociaciones con el mundo, volcará su agenda y esfuerzos a tratar de reposicionar a Estados Unidos en la arena internacional multilateral tras el nacionalismo a ultranza de Trump.

Sin embargo, sus esfuerzos hacia la descarbonización se ven tímidos hacia el interior en lo nacional, tanto por los perfiles que suenan para ocupar los puestos relacionados en su administración como por la negación explícita de cualquier intención de prohibir la fractura hidráulica o fracking; técnica que ha permitido que Estados Unidos alcance de nueva cuenta la autosuficiencia energética.

Con esta discusión sobre la mesa, el regreso de Estados Unidos debe reabrir un debate fundamental para las décadas y los siglos por venir; ¿quién contamina más en nuestras economías y cómo haremos que sean estas personas y empresas quienes paguen más por salir de esta crisis? Sabemos que Estados Unidos es el segundo país que más emisiones totales contribuye a la atmósfera –solo después de China– y uno de los países con mayores emisiones per cápita. Pero no son los únicos responsables en el mundo.

La discusión suele omitir quiénes deberían llevar la mayor responsabilidad de la contaminación global. Por un lado, y de acuerdo con Carbon Disclosure Project, tan solo 100 empresas son responsables de 71% de las emisiones globales; con las 15 empresas más contaminantes dedicadas al petróleo y gas –y donde Pemex ocupaba la séptima novena posición en 2017.

Poco se discute sobre cómo los gobiernos y las sociedades empezamos a hacer responsables a estas empresas. Sin responder a esta pregunta, todos los esfuerzos individuales abonan poco o nada al combate de esta crisis. Sin embargo, el cambio en los hábitos de consumo de un sector de la población podría ser clave. De acuerdo con un reciente informe de Oxfam, el 1% más rico de la población mundial –unas 63 millones de personas, poco menos de la mitad de la población mexicana total– fue responsable del 15% de las emisiones de carbono acumuladas; mientras que el 50% más pobre del mundo –cerca de 3,100 millones de personas, o más de dos veces la población de China– fueron responsables por apenas el 7% de las emisiones acumuladas a escala global.

Uno de los hábitos de consumo de la población más rica del mundo son los constantes viajes en avión, una de las actividades de consumo que más contaminan. Un artículo académico publicado este mes da cuenta de la dimensión del problema: el 1% de la población mundial es responsable de la mitad de las emisiones de la industria de la aviación. Al ser una industria fuertemente golpeada por las crisis a raíz de la pandemia de coronavirus, se ha abierto el debate sobre cómo se pueden condicionar los paquetes de rescate a las empresas del sector con compromisos agresivos para reducir su impacto contaminante.

La urgencia de esta discusión ya no puede estar en duda con el cúmulo de evidencia científica disponible sobre el avance de la crisis climática y sus implicaciones sociales, políticas, económicas y ambientales. Ahora toca encontrar respuestas a las preguntas más importantes: ¿cómo saldremos de la crisis climática y quién pagará por ello? Una de las respuestas puede estar en quién contamina más. Al respecto, cada vez quedan menos dudas: no habrá justicia social sin justicia climática y, como decía el ambientalista brasileño Chico Mendes, “la ecología sin justicia social es solo jardinería”.

crisis climática

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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