• Las consecuencias del cambio climático, como tormentas, sequías o inundaciones, provocarán que la crisis de la cadena de suministro de incremente, incluso con aumento de precios.
  • Tan solo en 2021, el precio del café subió hasta 80% debido a la sequía extrema que vivió Brasil, sumado a las inundaciones que acabaron con las plantaciones.
  • Actualmente, el cambio climático ya está cambiando la forma en que cultivamos y cambiará nuestra forma de consumir.
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El cambio climático ha comenzado a agravar la crisis de la cadena de suministro, haciendo más difícil la producción de productos básicos y con ello un aumento de precios.

Ya estamos viendo precipitaciones extremas, sequías y calor extremo que someten a países a un estrés climático crónico. Y la consecuencia del cambio climático será para los consumidores, quienes tendrán aumentos de precios constantes.

El café de Brasil tuvo una subida de precios, debido a la sequía

La industria más sensible al cambio climático es la agricultura, en gran parte porque la mayoría de los cultivos tienen poca tolerancia al clima extremo. 

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Una vista aérea muestra tierra seca y árboles, durante una sequía en Joanopolis, cerca de Sao Paulo, Brasil. REUTERS/Amanda Perobelli

Los desastres a corto plazo, como los tornados y las inundaciones, pueden acabar con toda una cosecha anual y fenómenos como la sequía y las temperaturas más altas pueden causar daños a largo plazo al reducir el rendimiento de los cultivos en unos pocos puntos porcentuales cada año. 

La industria cafetera brasileña sufrió el año pasado las dos caras de esta moneda climática. La peor sequía del siglo perjudicó la cosecha en otoño, y más tarde las fuertes lluvias acabaron con las plantas que habían sobrevivido.

La consecuencia fue una producción de café 25.7% menos que al año anterior, provocando que su precio incrementara 80%, el nivel más alto desde 2011.

Los climas extremos ya borraron la materia prima para alimentar a 50 millones de personas en un año

Los cambios de temperatura a largo plazo ya han comenzado a afectar lo que podemos cultivar, según me dijo Deepak Ray del Instituto sobre el Medio Ambiente de la Universidad de Minnesota.

El cambio climático ya está causando escasez de alimentos en Europa, Australia y el sur de África. Imágenes de ArtMarie/Getty

En Europa, Australia y África, los efectos del clima ya erradicaron suficiente alimento para 50 millones de personas cada año.

Las regiones más ricas como Europa y Australia tienen excedentes de alimentos que pueden aprovechar si los rendimientos no son suficientes.

Sin embargo, el sur de África lucha para reemplazar los cultivos que no han crecido, lo que obliga a los países de la región a recurrir al Programa Mundial de Alimentos y a costosas importaciones internacionales para llenar ese vacío. 

Más escasez y cambios en las zonas donde se puede cultivar

Esto conducirá inevitablemente a un aumento del hambre crónica en las regiones más afectadas.

Ray también ha comprobado que el calentamiento de las temperaturas aumentará la capacidad de cultivar alimentos en regiones del norte.

Aun así, la industria agrícola tardará décadas en migrar al norte, a nuevos puntos idóneos para la producción de cultivos, lo que significa escasez de cultivos.

El sector manufacturero también se enfrenta a los riesgos del cambio climático

Por un lado, muchas explotaciones mineras que se abastecen de las materias primas necesarias al inicio del proceso de fabricación se concentran en lugares sensibles al cambio climático.

Muchos productos electrónicos requieren minerales como el níquel y el cobalto, que son componentes clave de las baterías. 

Alrededor de 70% del cobalto se extrae de la República Democrática del Congo, y cerca de 30% del níquel se extrae de Indonesia, donde las inundaciones y el calor pueden hacer inseguras las condiciones de trabajo o imposibilitar el transporte del mineral en bruto.

Por su parte, muchas de las refinerías de petróleo y productos químicos de Estados Unidos están situadas en el Golfo de México, lo que las hace vulnerables a los huracanes.

Cuando el catastrófico huracán Ida tocó tierra en Luisiana el verano pasado, obligó a cerrar al menos nueve refinerías y provocó la paralización de casi toda la producción de petróleo y gas en el Golfo. 

La escasez de semiconductores también tuvo un componente climático

Incluso la escasez de semiconductores, quizá el ejemplo más famoso de interrupción de la cadena de suministro causada por la pandemia, tuvo un componente climático.

La tormenta de hielo que azotó Texas durante el invierno de 2021 provocó el cierre de tres importantes fábricas de semiconductores. La escasez de recursos como el agua también afectará a la producción de chips. 

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La escasez de agua en Taiwán ha obstaculizado la producción de chips semiconductores. Sam Yeh/AFP/Getty Images

«Para la fabricación de chips, al ser un proceso tan intensivo en calor, hay que inyectar agua continuamente para mantener un nivel adecuado de temperatura», explica Abhijeet Ghadge, profesor de gestión de la cadena de suministro en la Universidad de Cranfield, Inglaterra.

El uso de agua requerido para la producción ha empezado a crear problemas de escasez del líquido, afirma. A esto se suman las sequías en puntos fuertes de la fabricación de chips, como Taiwán. 

El estrés térmico también podría ralentizar la producción al hacer inseguro el trabajo al aire libre o en las fábricas. 

Además, las olas de calor extremas podrían tener el mismo impacto que la escasez de mano de obra que surgió durante la pandemia, obligando a los centros de trabajo a cerrar durante unos días o semanas.

Podremos ver retrasos en el transporte de mercancías

La red de transportes de mercancías sufrirá interrupciones como consecuencia de los fenómenos meteorológicos, que podrían eliminar las vías de acceso o hacer imposible la navegación en alta mar.

Esto sucedió el año pasado en la provincia canadiense de Columbia Británica, cuando las inundaciones repentinas cortaron las dos principales vías férreas que conectan Vancouver con el resto del país, provocando subidas de precios de diversas mercancías en todo Canadá.

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Los deslizamientos de tierra y las inundaciones en la Columbia Británica el año pasado cerraron las principales carreteras y vías férreas. Este tipo de retrasos en los envíos solo se volverán más comunes a medida que cambie el clima. REUTERS/Jennifer Gauthier

La infraestructura tardó semanas en volver a funcionar. 

El transporte por carretera en Estados Unidos también ha sufrido interrupciones similares pero menos catastróficas, como cuando un deslave de tierras en Colorado destruyó un tramo de la Interestatal 70.

Además, la tormenta de hielo de Texas también bloqueó durante tres días vías férreas cruciales.

El cambio climático amenaza no solo los bienes que producimos, sino también las formas en que los transportamos por el mundo.

Los consumidores acabarán pagando los altos precios

En el caso de una tormenta repentina que corte un ferrocarril o arruine los vuelos transcontinentales, el efecto podría limitarse a una breve escasez de productos específicos, pero en el peor de los casos, los consumidores podrían enfrentarse a estantes completamente vacíos.  

Las catástrofes a largo plazo, como las sequías y el calor extremo, provocarán subidas de precios lentas pero constantes que se trasladarán a los compradores en el supermercado o los grandes almacenes. 

«Los impactos a corto plazo van a causar algunas de las cosas que hemos visto, que es solo la interrupción de la cadena de suministro, donde tu producto favorito no estará en el estante», asegura Christy Slay, directora ejecutiva interina de The Sustainability Consortium.

«A medida que estas interrupciones se produzcan con más frecuencia, será más difícil para las empresas gestionar sus costes. Y por eso preveo que se trasladarán al consumidor», agregó.

Hay formas de proteger las cadenas de suministro de estas interrupciones, pero no son baratas

Las empresas que compran productos en el extranjero pueden empezar por establecer relaciones más estrechas con sus proveedores y transportistas, y por planificar las contingencias. 

También pueden suavizar el golpe de futuros desastres al invertir en capacidad adicional en cada eslabón de la cadena, lo que significa almacenar suministro adicional de sus productos.

Además de incorporar tiempo adicional al cronograma de entrega y considerar rutas alternativas en caso de que una se interrumpa. 

Este sistema, al que Slay se refiere como «amortiguación», no tiene mucho en común con nuestro actual sistema logístico «justo a tiempo», pero Slay piensa que la escala de la posible catástrofe climática hace que la inversión inicial valga la pena para la mayoría de las empresas. 

Otra solución es, en efecto, reducir la producción de CO2

Lo que es más importante, lo que pueden hacer los productores es reducir sus propios perfiles de carbono. 

La agricultura representa alrededor de una quinta parte de las emisiones globales de carbono y la industria manufacturera otra cuarta parte.

A medida que la crisis climática continúa desarrollándose, los inversionistas querrán poner su dinero en empresas que puedan protegerse de los impactos climáticos y que trabajen en la causa raíz del caos.

En cualquier caso, todos debemos prepararnos para lo que se viene con el cambio climático.

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