• Esta es la historia de un lector que aceptó un nuevo trabajo y descubrió que no era lo que esperaba.
  • Aunque renunciar es una opción, trata primero de averiguar si los pequeños cambios mejoran la situación.
  • Te mostramos cómo fue la experiencia laboral de esta persona.
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Contexto antes de pensar en renunciar al trabajo: a finales del año pasado, el dueño de un negocio se acercó a mí para hablarme de lo que parecía ser una gran oportunidad para ser jefe de marketing de una nueva plataforma de productos. 

Después de entrevistas con tres líderes sénior, incluido el director ejecutivo, recibí una oferta completa con un nuevo título elegante y un gran salario de seis cifras. Estaba feliz de dejar mi antiguo empleo y aceptar este nuevo.

Pero ahora, cinco meses después, me siento miserable. El equipo sobrevendió por completo la compañía y el producto que me contrataron para comercializar. Mi labor es mucho más grande y mucho más difícil de lo que la firma pretendía. 

Descubrí que no hay marketing activo, lo que significa que no hay nadie a quien vender. Me piden que evalúe las decisiones de recursos humanos para Informática si afectan remotamente al marketing. Además, estoy administrando equipos remotos en siete zonas horarias diferentes. 

No hace falta decir que no tengo mucha motivación para hacer nada más de lo que me piden, pero tengo una fuerte ética de trabajo personal, así que no me voy a quedar sin hacer nada. Estoy empezando a buscar un nuevo trabajo, pero no confío en mí mismo para no cometer el mismo error y renunciar sin pensar.

Mi pregunta es: ¿Qué debo hacer para odiar mi trabajo y cómo puedo asegurarme de que esto no vuelva a suceder mientras busco mi nuevo puesto?

Una historia frecuente en el trabajo

La tuya es una historia conocida. Durante los últimos 12 meses y contando, decenas de millones de estadounidenses aprovecharon la oportunidad de la Gran Renuncia para mejorar sus circunstancias profesionales. 

La mayoría dice que el cambio ha valido la pena. Sin embargo, para otros se ha transformado en el Gran Lamento. 

Este grupo está experimentando un caso de “remordimiento de los nuevos empleados”, un sentimiento de hundimiento de decepción que surge al darse cuenta de que un nuevo rol o empresa es diferente de lo que el reclutador le hizo creer. 

No es un fenómeno nuevo, pero parece ser más frecuente hoy por varias razones. Por un lado, en la era del empleo remoto, los candidatos a un puesto de trabajo no pueden vislumbrar la cultura de una compañía de primera mano, lo que los hace más vulnerables a las sorpresas. 

Por otro, los solicitantes de hoy están reinventando su relación con el mundo laboral y exigiendo más de sus empleadores. 

Finalmente, los jefes están desesperados por contratar en medio de uno de los mercados laborales más “efervescentes” en la historia, lo que puede hacer que se inclinen a pasar por alto cualquier problema en la organización durante el proceso de contratación.

Por lo que describes, la empresa es, por decirlo suavemente, un desastre. Pero ahí radica la oportunidad de asumir un papel activo para convertirlo en algo diferente y mejor. Es necesario un poco de reflexión.

Cambios que te harán pensar sobre el renunciar al trabajo

Piensa en los cambios en el alcance de tu trabajo o el tamaño del equipo que podrían marcar una diferencia positiva y significativa en tus operaciones diarias. 

Tal vez podrías delegar algunas de tus responsabilidades a otros u obtener más recursos para ayudarte a administrar a tus empleados.

Posteriormente, debes tener una conversación directa y respetuosa con la persona que te contrató. Sé explícito sobre lo que necesitas para concentrarse en su trabajo principal, explicó Josh Luna, capacitador de liderazgo y desarrollo en Chicago. 

Recomendó mencionar algo como: “Cuando estaba entrevistando, me dijeron X, ahora tengo que hacer Y. ¿Tengo el margen de maniobra para seguir haciendo X?”

El jefe de contratación puede estar abierto a tus sugerencias. Si no es así, pasa al plan B: busca renunciar pronto, no sin antes obtener un nuevo trabajo. 

Sin embargo, esta vez necesitas recibir respuestas claras sobre lo que implica el puesto laboral y cuáles son las expectativas del empleador desde la primera entrevista. 

Haz preguntas como: ¿Cuál es la composición del equipo? ¿Cuáles son mis responsabilidades específicas? Si tengo éxito, ¿qué habré logrado en seis meses? ¿Cómo es la cultura de la empresa?

“Si el reclutador no sabe la respuesta a esas preguntas, eso es una bandera roja”, aseveró Luna. “Se nota que el rol no está bien definido y/o la empresa está desorganizada”.

También debes tratar de reconocer que la culpa puede no ser únicamente de los jefes. La contratación es, en esencia, un elaborado proceso de ventas para ambas partes. 

Como candidato, te vendes a ti mismo; como empleador, tú vendes la organización. Es posible que te hayan engañado, pero también que no hayas realizado las preguntas correctas o que pasaste por alto algunas señales de alerta. 

No estoy tratando de hacerte sentir mal, sino de ayudarte a reconocer tus acciones.

Piensa bien lo que quieres hacer aquí. ¿Realmente quieres renunciar a tu trabajo? ¿Hay maneras de mejorar tus circunstancias actuales?

La diligencia debida es clave, puntualizó Anne Genduso, asesora profesional con sede en el área de Washington, DC. 

Sugirió usar LinkedIn para comunicarse con exempleados, preferiblemente personas que trabajaron ahí recientemente, y pedirles información sobre la empresa. 

Si puedes, trata de encontrar al “’amigo de un amigo” para que no te acerques de la nada”, expuso. 

“Explica que estás analizando la organización y que te interesa escuchar sus opiniones. Pregúntales qué les gustó de la empresa, cuáles fueron sus mayores desafíos y qué habrían cambiado”.

También es inteligente hablar con los trabajadores actuales para conocer sus perspectivas. Debes ser un poco más juicioso aquí sobre lo que preguntas porque podría volver al jefe de contratación. 

Estas personas podrían algún día convertirse en tus colegas y esta es su primera impresión de ti. 

Dicho esto, no se avergüences de obtener la información que necesitas para tomar una decisión informada, comentó Genduso. 

“Haz preguntas hiperespecíficas como: ‘¿Qué le dicen los datos de sus clientes? ¿Cómo son las curvas de éxito del equipo este año? ¿Y cuándo fue la última vez que se implementaron los comentarios de los empleados?’”.

“Recuerda: los estás entrevistando tanto como ellos te están entrevistando a ti”. Buena suerte.

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