• Karla González y Mariangeles “Marianch” Martin tienen un objetivo: hacer que las personas tengan una vida libre de residuos.
  • Con esto en mente crearon el proyecto de Bodega Cero, un emprendimiento que ha evitado usar 43,000 empaques de plástico.
  • Ahora buscan el certificado como Empresa B; es decir, una compañía que considera a la comunidad y al medio ambiente.

Karla González y Mariangeles “Marianch” Martin tienen un objetivo en común: hacer que las personas tengan una vida libre de residuos.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) , durante 2018 se recolectaron 107,056 toneladas de residuos todos los días; es decir, los mexicanos generamos 854 por persona al día.

Los datos del Inegi también revelan que la principal fuente de la basura está en viviendas y edificios; además las principales entidades que generan residuos son: Ciudad de México, Estado de México, Jalisco, Veracruz y Nuevo León.

Ambas emprendedoras conocen las estadísticas, por lo que iniciaron el proyecto de bajo impacto ambiental, que ha impactado a más de 21,000 consumidores y evitado el uso de 43,000 empaques de plástico.

Una vida libre de residuos desde proveedores hasta clientes

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Bodega Cero se creó en 2008 en Monterrey, Nuevo León, con el simple objetivo de formar una comunidad consciente de su consumo de empaques desechables, por lo que iniciaron con la venta a granel para evitar la generación de basura.

Con esto, las emprendedoras también apoyan el comercio local, de una forma justa y sostenible. Sin embargo, Marianch admite que uno de los primeros retos fue con sus proveedores, porque al promover una vida sin residuos sus distribuidores tampoco debían generar basura.

La emprendedora contó a Business Insider México que, en un principio, fue complicado que los proveedores dejaran de envolver sus productos en plástico innecesario y que se los dieran en los recipientes que ellas les daban.

Además, las rutas que debían trazar debían ser aprovechadas para tampoco generar una contaminación por carbono.

«Los proveedores están acostumbrados que entre más se emplaye más seguros van a llegar los productos a la tienda. Tenemos tuppers especiales que llevamos a las fabricas de nuestros proveedores, donde nos rellenan el producto y nos lo envían después. Siempre buscamos que sean locales porque así controlamos más los residuos», dijo Marianch.

Por otro lado, Karla asegura que el reto es poder decirle al cliente todos los beneficios que existen en hacer compras a granel, debido a que los productos «tienen tanto que ofrecer y no tengo un pitch de un minuto para decir qué significa esa compra».

Celebrar los pequeños cambios en pro del ambiente

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No obstante, esa comunicación ha sido acertada y es que en 2020 lograron más de 530kg de materiales reciclados y llegaron a más de 32,500 consumidores.

Además, las emprendedoras cofundaron la Alianza Nuevo León de Cero Residuos y fueron seleccionadas como un emprendimiento enlace.

«Hay que hacer una auditoría de nuestros residuos; esa envoltura chocolate, ‘¿dónde lo puedes comprar a granel?’, [hay que] ver qué cosas existen biodegradables. Este es un estilo de vida que vas adoptando», dijo Marianch.

Su meta para este año es alcanzar el certificado como Empresa B, lo que significa que tienen un modelo de negocios que consideran a la comunidad y al medio ambiente.

«Nosotros celebramos los cambios individuales, porque el status quo es no hacer nada; aunque hagas un mínimo cambio es algo y es digno de reconocerse. Es abrumante ir contra corriente, contra esta economía que motiva el consumo […] no diseñamos este sistema económico, pero puedes salirte poco a poco», concluyó Karla.

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