• Un grupo de expertos médicos estadounidenses modifica las pautas para recetar aspirinas como tratamiento preventivo a infartos.
  • El fármaco no debe usarse frente a un ataque cardíaco o accidente cerebrovascular.
  • Esto se debe a que en ciertos pacientes la ingesta diaria del analgésico puede incrementar el riesgo de hemorragias graves.

La ingesta diaria de dosis bajas de aspirinas como método para prevenir un infarto o accidente cerebrovascular es una práctica que los médicos deberían dejar de recetar, según el borrador de un documento elaborado por un grupo de expertos estadounidenses.

Ahora, la recomendación del Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos se basa en los riesgos graves derivados de este consumo. Estos superan a los beneficios vinculados a ese tratamiento.

Desde hace varios años, el uso de la aspirina para prevenir enfermedades cardiovasculares se extendió en ciertos grupos de personas con:

  • Antecedentes o grandes riesgos de de ataque cardíaco
  • Accidente cerebrovascular

Pero si bien puede resultar efectivo en ciertas personas, para otros grupos de pacientes esta técnica podría conllevar graves efectos secundarios.

Así, el borrador indica que las personas de 40 a 59 deben decidir de manera personalizada —junto con su médico— si comenzar a tomar el analgésico. Sin embargo, estas pautas no incluyen a aquellos que ya toman la aspirina o sufrieron un infarto.

El grupo de trabajo también desaconseja por completo que los mayores de 60 años empiecen a tomar esta dosis baja de aspirina (entre 81 a 100 miligramos). De hecho, los estudios apuntan a un mayor riesgo de hemorragias que podrían incluso derivar en fallecimiento. 

Para llegar a estas decisiones el comité —formado por 16 expertos en prevención de enfermedades y medicina— se basó en las evaluaciones que periódicamente analizan las pruebas de detección y los tratamientos preventivos existentes.

Tomar aspirinas puede prevenir un infarto, pero su ingesta continua eleva el riesgo de hemorragias graves

La aspirina inhibe la formación de coágulos de sangre que pueden bloquear las arterias. Desde los años 90 los datos clínicos apuntaron a que una ingesta regular de aspirinas podía minimizar el riesgo de ciertas afecciones cardiovasculares.

El primer gran ensayo clínico que comprobó este efecto se realizó en Estados Unidos en 1988. A pesar de sus llamativos resultados, la realidad es que solo incluía a médicos varones; y su duración no se alargó más de cinco años.

Desde entonces, cada vez más investigaciones evidencian que un consumo regular del analgésico puede conllevar a un aumento de hemorragias. Estas se producen especialmente en el cerebro y el tracto digestivo. A su vez, estos riesgos se disparan con la edad.

En 2014 una revisión de la Administración de Medicamentos y Alimentos estadounidense (FDA, por sus siglas en inglés) concluyó que si bien la aspirina podría ser útil para aquellas personas con antecedentes de infarto, no lo era para quienes tomaban el medicamento como preventivo.

«Existen graves riesgos asociados con el uso de aspirina, incluido un mayor riesgo de hemorragia en el estómago y el cerebro; en situaciones en las que no se ha establecido el beneficio de la aspirina para la prevención primaria», alertaron entonces.

En 2019 tanto el Colegio Estadounidense de Cardiología como la Asociación Estadounidense del Corazón redujeron el uso de esta práctica. 

A partir de entonces, sus pautas indican que la aspirina en dosis baja puede considerarse solo de forma «muy selectiva» para personas entre de 40 y 70 años. La condición es que estas nunca hayan sufrido una afección cardíaca de este tipo.

Un nuevo estudio desaconseja el uso de aspirinas para prevenir un infarto

De aprobarse el borrador —dado a conocer el 12 de octubre—, las recomendaciones del grupo de expertos pasarían a coincidir con las de estos dos organismos.

No obstante quienes ya toman el analgésico antes de abandonarlo deberían consultarlo con su médico, tal y como enfatiza la doctora Chien-Wen Tseng, integrante del grupo de trabajo en The New York Times.

“No recomendamos a nadie que deje de tomarla sin consultar con un médico; y definitivamente no lo hagas si ya tuviste un ataque al corazón o un derrame cerebral”.

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