• Cerca de 3,500 personas sin hogar viven en la ciudad de Omsk, en la región rusa de Siberia, aunque la cifra real probablemente es mayor.
  • Alexei Vergunov, de 46 años, sobrevive a temperaturas de 30 grados bajo cero durmiendo bajo las tuberías de un sistema de calefacción industrial para mantener el calor. 
  • A veces la desgracia y el dolor pueden empujar a las personas sin hogar de Omsk a tratar de cambiar sus vidas.

Al igual que muchos de los indigentes de Siberia, Alexei Vergunov sobrevive a temperaturas de 30 grados bajo cero durmiendo bajo las tuberías de un sistema de calefacción industrial para mantener el calor. Es una existencia peligrosa.

Demasiado lejos de la tubería y podría morir de exposición al frío. Demasiado cerca y podría sufrir quemaduras graves sin percatarse al principio, envuelto en la bruma del fuerte licor que muchos beben para mantener una realidad cálida y aburrida.

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Vergunov fuma un cigarro hecho con un pedazo de papel. REUTERS/Alexey Malgavko

Este hombre ha vivido así durante más de 11 años de sus 46 de vida. «Duermes de noche con los ojos cerrados pero con los oídos abiertos», comenta.

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Vergunov y otros indigentes buscan por basura que podría ser reciclada para intercambiarla por dinero en un centro de reciclaje. REUTERS/Alexey Malgavko

Solía anhelar la oportunidad de reconstruir su vida, pero perdió la voluntad desde que su pareja, Alyonka, murió hace dos años de cáncer de hígado. Habían vivido juntos cerca de la estación de tren.

«Vivo el día a día y eso es todo», afirma. «Si encontrara a una mujer como ella, podría parar e intentar volver a la sociedad, pero no puedo encontrar a nadie como ella».

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REUTERS/Alexey Malgavko

Vergunov, a quien le gusta llamarse Lyokha «la barba», es una de las 3,500 personas sin hogar que viven oficialmente en la ciudad de Omsk, aunque la cifra real probablemente sea mayor. Es uno de los pocos que se detiene a conversar y reír con los habitantes de la ciudad.

«Eres tú quien se va a congelar en tu departamento con tres mantas, no yo entre las tuberías», le gusta bromear.

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Vergunov, Andrey y Galiya, todos sin hogar, toman un poco de alcohol en el refugio de Vergunov REUTERS/Alexey Malgavko

Su momento favorito es la noche. Aún en su momento más frío, la ciudad es tranquila y él es libre de deambular y buscar en un basurero botellas de vidrio y otros artículos que puede cambiar por una pequeña suma de dinero en centros de reciclaje.

Vergunov y Andrey organizan latas de aluminio. REUTERS/Alexey Malgavko

Omsk, tres zonas horarias al este de Moscú, tiene un refugio nocturno para gente sin casa. Pero está en una parte distante de la ciudad y Vergunov no duerme allí, ya que los sin techo de la zona le impedirían ganarse la vida en el basurero cercano que es parte de lo que consideran su territorio.

Varios indigentes comparten una comida organizada por Caritas, organización católica que alimenta a gente sin hogar en Omsk. REUTERS/Alexey Malgavko

Una organización benéfica, Caritas, reparte comida y ropa para ayudar a las personas sin hogar de la ciudad, aunque Vergunov también ha aprendido a estar al pendiente de los malhechores. Una vez salvó la vida de su amigo, Alexander, después de que un grupo de adolescentes le prendieron fuego.

Galiya, de 29 años, se asoma desde unos de los refugios. REUTERS/Alexey Malgavko

A veces la desgracia y el dolor pueden empujar a las personas sin hogar de Omsk a tratar de cambiar sus vidas.

Lyusya Stepanova en un centro de rehabilitación de Omsk. REUTERS/Alexey Malgavko

Lyusya Stepanova, de 44 años, está considerando intentar regresar a la sociedad después de más de 27 años en las calles. Fue hospitalizada el mes pasado durante tres semanas con quemaduras graves en todo el cuerpo después de quedarse dormida demasiado cerca de las tuberías donde se refugiaba.

Ahora se encuentra en un centro de rehabilitación a 30 kilómetros de la ciudad, en el pueblo de Rozovka.

Stepanova, fuma un cigarrillo tras despertar cerca de una tubería caliente. REUTERS/Alexey Malgavko

«Planeo ir a casa con mi madre», dijo, aunque reconoce que no puede regresar el tiempo. «Los sueños de mi infancia fueron nobles, pero ya es muy tarde, ese barco ya zarpó».

Con información de Reuters Wider Image

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