• Aunque Kotaro Nishibori aprendió el oficio algo tarde, es uno de los pocos artesanos que aún puede hacer wagasa de principio a fin.
  • Cuando son funcionales, estos paraguas son considerados obras de arte y pueden venderse entre 6,000 y 60,000 pesos.
  • Hacer wagasa es un arte antiguo, te contamos cómo es el proceso.
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El wagasa o paraguas tradicional japonés es considerada una obra de arte que, cuando es funcional, puede venderse entre 6,000 y 60,000 pesos. Actualmente, uno de los artesanos que mantiene viva la tradición es Kotaro Nishibori y, aunque aprendió el oficio algo tarde, es uno de los pocos que aún puede hacerlo de principio a fin.

Pero Nishibori no siempre fue tan cercano a sus raíces, ya que creció en Japón, pero desde niño fue expuesto a otras personas y culturas.

Su padre era dueño de una escuela privada de inglés en su ciudad natal, así que estaba familiarizado con el inglés y los extranjeros que habitaban allí. «Eso hizo que me interesara por la cultura fuera de Japón», comentó.

Al terminar de estudiar en Japón, Nishibori se trasladó a Canadá y permaneció allá por dos años hasta que decidió regresar a Japón.

«Estar en Canadá fue cuando… En realidad, me da un poco de vergüenza. Porque muchos de mis amigos me preguntaban sobre la cultura japonesa o la historia de Japón, pero yo no sabía nada de eso, porque no estudié mucho de la historia de Japón. Soy japonés, pero no sé nada de Japón», contó Nishibori.

Tras su regreso a su país natal conoció a su esposa, cuya familia era propietaria de Hiyoshiya, una tienda de wagasa que lleva funcionando desde la década de 1850.

Por medio de su nueva familia, Nishibori aprendió la técnica milenaria de hacer wagasa y finalmente se hizo cargo del negocio familiar.

La tradición se transmite en una familia de una generación a otra y de hecho, generalmente el wagasa pasa por las manos de varios artesanos, ya que cada uno se especializa en un paso específico. Sin embargo, Nishibori se apartó de la norma y aprendió cómo hacer cada parte del proceso.

Este artesano es fiel al proceso de fabricación, que tiene más de 1,200 años de antigüedad, y es a través de esta forma de arte que se reconectó con su herencia japonesa. 

«De alguna manera está conectado conmigo. Es algo que había estado buscando y es algo muy valorado en las culturas japonesas«, dijo.

¿Cómo se hace el wagasa?

Para crear el wagasa Nishibori obtiene bambú natura de artesanos del bambú, que lo lijan y cortan en varas delgadas.

Una vez listo, lo que sigue es coser las varas al centro de madera llamado temoto rokuro para formar la estructura básica.

Cada vara —también llamada hueso— tiene un grosor de entre dos y tres milímetros. El número de huesos que lleva, depende del tipo de wagasa.

A continuación, deberá conectar los huesos entre sí con una aguja e hilo. De acuerdo con Nishibori, este paso es crucial, ya que si los huesos no están espaciados uniformemente el paraguas podría atorarse o rasgarse después de pocos usos.

Lo que sigue es hacer una pasta de tapioca que servirá como pegamento para después realizar el paso que requiere más precisión. Este es encontrar la posición correcta y presionar a mano el papel o washi para pegarlo sin equivocarse. Si se mueve el washi, se notará el pegamento en el producto final y la tienda de Nishibori no podrá venderlo.

Esta es una técnica se llama dobari y es el paso más difícil de todos los que implican la fabricación del wagasa. 

Una vez colocado el papel, hay que utilizar una navaja y recortar el exceso de washi para que no se superponga en el paraguas; esto se hace en cada panel del wagasa.

Después se deja secar el pegamento durante la noche y al día siguiente se le da forma para que el paraguas se abra y cierre con fluidez.

«Tenemos una técnica especial para doblar el papel, pues el papel debe pasar por cada vara del wagasa. Los paraguas occidentales quedan encima de las varas. Pero en el wagasa japonés, se dobla dentro del propio paraguas, luego le damos la vuelta y por último se dobla», explicó el artesano.

Nishibori envuelve con más papel washi la parte superior del paraguas, también conocido como el torno del alfarero, pero en vez de usar pegamento, mantiene el papel en su sitio con agua.

Uno de los últimos pasos consiste en cubrir el paraguas con aceite de linaza para que sea repelente al agua, y antes de los últimos toques decorativos, se deben secar durante al menos dos semanas.

Actualmente Hiyoshiya tiene clientes a nivel global, lo que significa que Nishibori puede compartir la cultura japonesa con el mundo y tras 25 años asegura que sigue aprendiendo del oficio.

«En el mundo de la artesanía japonesa, nadie dice «soy el maestro». El maestro no puede ser superado. Maestro es un término simbólico, creo yo. Lo que sí puedo decir es que soy un artesano, un artesano profesional», destacó Nishibori.

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