• Cada vez hay más aplicaciones de terapia que prometen ofrecer una alternativa más cómoda y asequible a la terapia tradicional.
  • Aunque las empresas pretenden llenar los vacíos de sistemas problemáticos como pueden ser el de transporte o de salud, no suelen tener éxito.
  • Estas aplicaciones se aprovechan de terapeutas que buscan ganar un dinero extra, pagándoles mucho menos de lo que valen.
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Después de que una estampida de personas matara a 10 individuos en la actuación de Travis Scott durante el AstroWorld en noviembre, el rapero anunció que se asociaría con BetterHelp, una empresa de salud mental basada en aplicaciones, para ofrecer a los asistentes al concierto un mes de terapia gratuita.

El anuncio provocó una reacción inmediata. Acusaron a Scott de beneficiarse de la tragedia a través de su asociación con la empresa (algo que la empresa negó). Además muchas personas señalaron —con razón— que un mes gratuito de terapia era una pequeña parte del tiempo que se necesitaba para que la gente sanara después del desastroso evento.

No existía ninguna asociación monetaria entre Scott y BetterHelp. Pero era parte de una estrategia empleada por la empresa y sus competidores como Talkspace, para promocionar sus servicios mediante asociaciones con influencers, celebridades, la policía de Nueva York y una empresa de lencería.

Cada vez hay más aplicaciones de terapia que prometen democratizar la atención mental al ofrecer una alternativa más cómoda y asequible a la terapia tradicional. Estas promesas llegan en un momento crucial. Desde el comienzo de la pandemia, los índices de depresión y ansiedad se han disparado. Por ende, lo mismo sucedió con el uso de aplicaciones de salud mental. Esto tiene sentido si se toma en cuenta que la gente tiene dificultades para encontrar un terapeuta tradicional debido al costo.

Pero el servicio que ofrecen estas aplicaciones es muy diferente del concepto tradicional de terapia. Gran parte de la comunicación entre usuarios y terapeutas es vía mensajes de texto o chats en directo, en lugar de reuniones cara a cara. Las empresas de estas aplicaciones tampoco contratan a sus propios terapeutas, sino que recurren a unos que ya tienen exceso de trabajo.

Getty Images.

La terapia conversacional es el sector más reciente que se vio alterado por el manual de Silicon Valley. Durante años, las empresas tecnológicas seaprovecharon de la falta de regulación antimonopolio en Estados Unidos y de la falta de apoyo gubernamental a las infraestructuras públicas para apoderarse de las industrias y hacer bajar los salarios en un intento de obtener enormes beneficios (a menudo sin éxito). Desde Grubhub hasta Uber y Amazon, los empresarios de Silicon Valley se presentan como innovadores, modernizando industrias anquilosadas y llenando vacíos en sistemas ineficaces.

Pero en realidad, estas empresas se basan más en la monopolización que en la verdadera innovación. Suelen operar con pérdidas mientras presionan a un gran número de personas en su ecosistema para subir precios y reducir costes.

Podemos ver lo mismo que ocurre ahora con las aplicaciones de terapia. BetterHelp, Talkspace y otras aplicaciones de salud mental no solo pretenden aprovechar la escasez de infraestructura de salud pública para hacer crecer sus productos, sino que pretenden cambiar fundamentalmente la economía de la atención sanitaria mental para poder desviar el dinero no solo de los pacientes, sino también de los terapeutas.

Lo que estas aplicaciones innovan no es la terapia mediada por la tecnología sino la terapia reducida a una versión básica de sí misma. Una con menos calidad, menos gastos y menos remuneración para sus profesionales.

El modelo Uber

Desde el principio, Uber, Lyft y otras aplicaciones de transporte se presentaron como avances tecnológicos radicales. Pero bajo el brillante barniz tecnológico hay una realidad mucho más oscura. Uber y sus competidores no se limitaron a innovar para dominar el mercado. Más bien acabaron con las fuerzas laborales tradicionales, eludieron leyes y presionaron a los legisladores para convertirse casi en el único de la ciudad. Uber controla ahora 70% del mercado de viajes compartidos, y estas aplicaciones representan ahora más del 80% del mercado del taxi en Nueva York.

En su camino hacia el dominio, estas aplicaciones también provocaron caos entre los trabajadores de los que dependen. En Nueva York, los ingresos de los taxistas cayeron 44% entre 2013 y 2019; y muchos conductores de Uber y Lyft apenas pueden permitirse una vivienda, comida y otras necesidades básicas.

Una vez que Uber creó un nuevo mercado laboral con salarios más bajos y peores condiciones de trabajo, monopolizó el mercado. Esto dio a la gente menos opciones para desplazarse ya que se acabó el presupuesto para transporte público y obligó al público a pagar más por las únicas opciones que quedan.

Este sistema de destrucción y monopolización, empleado por Uber y otras innumerables empresas tecnológicas, es ahora una práctica habitual en la industria tecnológica.

La salud mental a una app de distancia

Unsplash.

BetterHelp, Talkspace y sus competidores están utilizando la misma estrategia para acabar con el actual sistema de salud mental. Las aplicaciones se presentan como innovaciones tecnológicas: ¡nunca antes se había podido acceder tan fácilmente a un terapeuta! Pero, por supuesto, esto no es cierto.

Como escribe Hannah Zeavin, profesora de la Universidad de California, en su libro «La cura a distancia: una historia de la teleterapia», la terapia se ha realizado por teléfono, correo y otras formas no personales desde los tiempos de Sigmund Freud. Lo que es diferente en estas aplicaciones de terapia es que su objetivo es obtener un beneficio. Su prioridad no es ayudar a la gente a mejorar, sino captar constantemente nuevos clientes con una versión reducida de la terapia.

Al igual que Uber cobran tarifas elevadas para ofrecer un servicio pero pagan salarios inferiores. BetterHelp puede costar hasta 360 dólares mensuales, lo que puede ser más barato que algunos terapeutas; pero es más caro que la cubierta por el seguro social, o lo que puedes deducir de tus impuestos. Y a pesar de las tarifas, los trabajadores de la salud mental contratados reciben menos dinero por hora que los modelos de terapia tradicionales.

Las empresas intentan mantener la mayor opacidad posible en torno a su estructura salarial, pero algunos psicólogos dijeron a New York Magazine que ganaban entre 20 y 30 dólares por hora. Esto está muy por debajo de las tarifas de terapeutas tradicionales cuyo salario medio en 2020 era de 89,000 dólares anuales, según la Oficina de Estadísticas Laborales.

Añadieron que la estructura híbrida de plática y mensaje que no ocurre durante una sesión semanal definida, no beneficia a los pacientes y va en contra de la mayor parte de su formación. Otros usuarios informaron de una atención mediocre, como terapeutas que ofrecen respuestas de una sola palabra.

La investigación sobre la eficacia de la terapia basada en la aplicación es todavía limitada, pero incluso BetterHelp dice en sus propias preguntas frecuentes que no es sustituto de la terapia tradicional. Como dice un psicólogo, «nada sustituye a sentarse en la misma habitación que alguien y que su dolor sea presenciado y validado».

Entonces, ¿cuál es el objetivo de estas aplicaciones si no es proporcionar una mejor atención o un acceso más fácil? Simplemente existen para ganar dinero, y lo harán por cualquier medio. Muchas aplicaciones de terapia han sido acusadas de utilizar prácticas cuestionables de intercambio de datos. Esto es especialmente preocupante ya que las aplicaciones tratan con información sensible de salud mental; e igual que Uber eludieron algunas leyes para poder operar. Por ejemplo, Talkspace se ofreció a cubrir gastos legales de los psicólogos que operan sin licencia.

Un callejón sin salida innovador

Talkspace, BetterHelp, Uber y otras empresas tecnológicas existen en parte porque hay una necesidad de disrupción en los campos en los que operan.

Uber tuvo tanto éxito no solo por su estrategia comercial, sino porque llenó un vacío en varios países donde el transporte público es escaso. Mucha gente no tiene otra opción que utilizar Uber en lugares donde los sistemas de metro y autobús no existen o son de mala calidad.

El sistema de salud mental también necesita un cambio: es caro, burocrático, fragmentado, confuso y excluyente. Muchas personas no pueden permitirse una terapia, y a menudo el seguro no está obligado a cubrirla. Las listas de espera para los psicólogos o psiquiatras pueden ser de meses y sus costos muy elevados.

Aunque las empresas pretenden llenar los vacíos de estos sistemas problemáticos, no suelen tener éxito.

En el caso de Uber, estudios recientes sugieren que aumenta la congestión del tráfico. Y los trabajadores empiezan a darse cuenta de que su empleo no vale la pena y protestan o simplemente renuncian. Mientras tanto, no está claro si las empresas de transporte compartido son rentables, a pesar de sus precios elevados y la monopolización del mercado. Y, aunque Uber intenta suplir lo que falla el transporte público, no es asequible para muchos.

Podemos ver que lo mismo ocurre con las aplicaciones de terapia. Al utilizar el enfoque de la economía del trabajo, estas aplicaciones se aprovechan de los terapeutas que intentan ganar un dinero extra o ayudar a más pacientes en su tiempo libre, pagándoles mucho menos de lo que valen.

Se trata de una solución que permite a las empresas librarse de ofrecer a sus empleados la seguridad de un empleo con beneficios; y se aprovecha de trabajadores que no cobran lo suficiente en sus empleos. Talkspace salió a bolsa el año pasado y sus acciones ya se desplomaron hasta casi una décima parte de su valor original; ahora se enfrenta a una demanda de los accionistas.

Si las empresas apenas son rentables mientras pagan mal a sus trabajadores y dan a los clientes un servicio deficiente, no está claro cómo podrían ser sostenibles de obligarles a pagar salarios justos y ofrecer servicios adecuados.

Este es el lado más oscuro del modelo de Silicon Valley. Las empresas interrumpen las industrias, pero a menudo no crean una alternativa sostenible en su lugar. E incluso cuando estas empresas luchan, provocan un cambio masivo en las industrias en las que operan, perjudicando a clientes y proveedores en el proceso.

Es demasiado pronto para saber hasta qué punto aplicaciones disruptivas como BetterHelp y Talkspace serán un éxito en el sector de la salud mental, pero si la historia de otras empresas tecnológicas de Silicon Valley sirve de guía, muchas personas —trabajadores y pacientes— podrían salir perjudicadas en el camino.

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