Carlos Brown

Carlos Brown

Colectivo

Un tema decisivo para nuestro futuro común en México son las pensiones, que a pesar de su relevancia suelen estar ausentes de nuestros debates públicos porque es un futuro que parece lejano, aunque no lo es. Nuestro país vive un momento clave de su transición demográfica: tras años de un bono demográfico –es decir, cuando la población en edad de trabajar era mayor a la población dependiente– muy poco aprovechado, nuestra población comienza a envejecer con una tasa de natalidad cada vez más baja y un promedio de edad cada vez mayor. Esto implica que cada vez serán más las personas adultas mayores que requerirán de una pensión para sobrevivir.

A lo anterior se suma que, tras la reforma de 1997, en nuestro sistema de pensiones convivimos dos tipos de personas: quienes cuentan con el régimen de beneficio que recibe aportaciones tanto de las empresas donde trabajamos como del dinero público; y quienes formamos parte del sistema de cuentas individuales que conocemos como Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), que ha mostrado ya el fracaso en sus objetivos originales. Aunque la reforma aprobada a finales de 2020 ayudará a aumentar las aportaciones que se realizan a los fondos de pensiones, el problema se sostendrá mientras no se realice una reforma más profunda.

De hecho, este régimen individual no solamente ha fracasado en México. De los 30 países que privatizaron las pensiones desde 1981 en América Latina y Europa del Este, 18 países en estas regiones habían revertido esta decisión hasta el año 2018. En Chile, el manejo de las pensiones fue un tema crucial que empujaron las organizaciones y colectivos como parte de las exigencias para la conformación de una asamblea constituyente que redactará en el próximo año una nueva constitución para el país.

Pero este régimen individual ha construido un sistema que ha pasado desapercibido a pesar de financiarse con nuestras aportaciones para el retiro: las administradoras de fondos para el retiro –conocidas como AFORES– suelen invertir nuestro dinero, que ronda los billones de pesos, pero rara vez sabemos el sentido de estas decisiones y las implicaciones que tienen. La semana pasada, la organización PODER presentó los hallazgos de una investigación que apunta hacia el rol de BlackRock, la mayor administradora de activos del mundo, en la inversión en activos opacos y donde no conocemos siquiera el tamaño de las inversiones, a pesar de que se hacen con nuestro dinero.

Estos hallazgos forman parte de un proyecto regional llamado A dónde va mi pensión, que muestra cómo las personas trabajadoras latinoamericanas hemos aportado 500 mil millones de dólares para nuestras jubilaciones en nuestras cuentas individuales, pero no conocemos a detalle a quiénes hemos financiado con ese dinero. Los casos presentados dan cuenta del secreto detrás del cual se ocultan las administradoras de fondos para el retiro para utilizar nuestro dinero.

Si se contrasta lo que ocurre en Latinoamérica con lo que ha ocurrido en los últimos años en otras latitudes, veremos el evidente rezago que tenemos en la discusión de la gobernanza de estos fondos. En Noruega, el Fondo de Pensiones del Gobierno –el más grande del mundo en su tipo, financiado con los ingresos petroleros y las pensiones de las personas trabajadoras del país– publica el saldo del monto en tiempo real en su sitio web; y, desde hace un lustro, comenzó un fuerte giro a partir del cambio en sus criterios de inversión para dejar de financiar empresas de combustibles fósiles o que violen sistemáticamente los derechos humanos, entre otros criterios.

En las últimas semanas, una noticia que será determinante para el futuro de las grandes petroleras pasó desapercibida en medios latinoamericanos: algunos gestores de fondos de pensiones, como el del estado de Nueva York, fueron determinantes para obligar a la petrolera Exxon a cambiar de rumbo, al conseguir dos (de doce) asientos en el consejo de administración para activistas ambientales. Este cambio en la gobernanza de las grandes petroleras –que encabezan la lista de las 100 empresas responsables del 71% de las emisiones globales– podría marcar un hito en la responsabilidad del dinero de las pensiones en el futuro global.

La responsabilidad de las administradoras de fondos de retiro no es menor: manejan miles de millones de dólares, recaudados con nuestras aportaciones, y los invierten con completa opacidad y sin contrapesos democráticos. La discusión de nuestras pensiones va mucho más allá de que nuestro ahorro para el retiro será insuficiente en el futuro, sino que el destino de nuestros (pocos) ahorros podría ser crucial para saber si tendremos un futuro en primer lugar.

Las opiniones publicadas en esta columna son responsabilidad del autor y no representan ninguna posición por parte de Business Insider México.

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