• AK Ikwuakor es un coach ejecutivo de 38 años que ayuda a los trabajadores de Google
  • Recomienda pequeños hábitos —como anotar tus "yo sé"— para ser más eficaz en el trabajo.
  • Otras recomendaciones son eliminar distracciones y programar "tiempo para ti" para aumentar tu concentración.
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Este ensayo está basado en una conversación con AK Ikwuakor, un entrenador ejecutivo de 38 años que dirige Google desde Marina Del Rey, California. Se ha editado para mayor extensión y claridad.

He trabajado como coach ejecutivo para líderes de todo el mundo. Me incorporé a Google en 2019 como formador de profesores, conferencista y coach. Fue para ayudar a establecer y escalar un brazo de coaching de ventas. Ahora trabajo en toda la organización y dirijo eventos de formación de equipos, capacitaciones y presentaciones magistrales.

Gracias a este trabajo, he comprendido la importancia de los hábitos y su impacto en el rendimiento. Al fin y al cabo, somos la suma de nuestros hábitos.

Los microhábitos son pequeños comportamientos, mentalidades o acciones que puedes incorporar a tu vida para poner en marcha un hábito mayor que estás tratando de crear o el objetivo final que persigues. Son pequeñas acciones que requieren un esfuerzo y un tiempo mínimos, pero que pueden potenciar el proceso de creación de nuevos hábitos a largo plazo.

Uno de mis microhábitos es salir por la puerta cada mañana. Sé que si salgo a la calle con los tenis puestos, lo más probable es que haga ejercicio.

Otro microhábito que me funciona es evitar el teléfono durante los tres primeros minutos de cada mañana: aumenta mis posibilidades de meditar, hacer ejercicio y desayunar saludable.

He aquí seis microhábitos diarios que recomiendo a los trabajadores de Google y a otras personas para estar menos estresados y más concentrados.

1. Concéntrate en tu «yo sé»

Google está lleno de gente con talento, lo que hace que sea demasiado fácil caer en la trampa de la duda. El síndrome del impostor es real y afecta a personas de todos los niveles.

Siempre que trabajo con alguien que está atrapado en este círculo vicioso de la duda, le pido que escriba y diga sus «yo sé»: las cosas que sabe absoluta y positivamente de sí mismo sin ninguna duda.

A la gente le suele costar al principio, pero a medida que sigue enumerando cosas como «sé que soy increíble con la gente», «sé que soy un gran vendedor», «sé que soy un gran amigo», etc., le resulta más fácil.

Este microhábito es la manera más rápida que conozco de elevar el estado psicológico de alguien.

2. Evita crear expectativas

La semana pasada hablé con una representante de ventas que estaba ansiosa por una próxima reunión con un alto ejecutivo al que nunca había visto. Mientras repasábamos una serie de preguntas de coaching, me di cuenta de que estaba creando expectativas, y su propia ansiedad y estableciendo expectativas que no le ayudaban a dar lo mejor de sí misma.

Le dije: «¿Qué tal si intentamos quitarle peso al asunto? Empecemos con el término ‘alto ejecutivo’. En lugar de centrarnos en las diferencias, ¿qué tal si encontramos puntos en común?».

Ella respondió: «Bueno, los dos vivimos en California, a los dos nos apasiona el marketing y además él tiene hijos más o menos de la misma edad que los míos».

Una vez que rebajamos la exageración, acabamos con: «Simplemente voy a mantener una conversación con un compañero californiano, al que le apasiona el marketing, tiene hijos más o menos de la misma edad que los míos, y hablar sobre lo que le gusta de YouTube.»

3. Entiende la diferencia entre ansiedad y emoción

Los dos estados emocionales más comunes entre los que oscila la mayoría de la gente son la ansiedad y la emoción. Se sienten de forma parecida, pero los patrones de pensamiento que desencadenan son polos opuestos: La ansiedad imagina resultados negativos, mientras que la emoción anticipa resultados positivos.

Este microhábito consiste en identificar y etiquetar con precisión nuestros sentimientos. Una vez que hayas identificado si sientes emoción o ansiedad, es hora de dirigirte hacia el resultado que deseas.

Si te sientes emocionado, fantástico: súbete a esa ola. Si la ansiedad se apodera de ti, enumera inmediatamente al menos cinco cosas que te ilusionen o te hagan ilusión en relación con la acción que tienes que emprender.

4. Concéntrate en «quién» necesitas que ser

Al fijarse objetivos, la gente suele centrarse en lo que quiere y por qué lo quiere. Pero la pregunta más importante es el «quién» necesitas llegar a ser para lograr el «qué».

Piensa en los objetivos que la gente suele fijarse en cualquier organización: «Quiero más dinero, quiero un ascenso», etcétera. Lo complicado del «qué» es que no tenemos mucho control sobre el resultado final. Lo que sí podemos controlar son las decisiones que tomamos en cada momento y el «quién» elegimos ser.

Digamos que tu «qué» o tu objetivo es conseguir ese ascenso a alto directivo. En lugar de obsesionarte con conseguir el puesto, pregúntate: ¿quién tendrías que ser cada día para convertirte en ese alto directivo? Por ejemplo, el «quién» que necesitas ser podría ser alguien que se dedica a impulsar a su equipo, no solo a centrarse en tus propias contribuciones.

5. Elimina las distracciones

Las distracciones pueden adoptar la forma de vicios, personas o incluso determinadas mentalidades. Las más comunes son los pings y las notificaciones que tiran incesantemente de nuestra atención.

A veces estas distracciones pueden ser a mayor escala, como personas que constantemente desvían tu atención. Incluso puede que, sin saberlo, seas una distracción para otra persona.

Este es mi consejo directo: todos somos conscientes de las distracciones que dificultan nuestra concentración, conexión y resultados. Todo lo que necesitas hacer es tomar la decisión consciente de eliminarlas o limitarlas en tu vida.

6. Programa tiempo para ti

Como coach, a menudo veo los calendarios de la gente llenos de reuniones consecutivas que no les dejan tiempo ni para comer ni para ir al baño. Si pasas cada hora de trabajo apoyando a los demás, ¿cuándo dedicas tiempo principalmente a ti mismo? Es importante programar tiempo personal y utilizar los recursos disponibles para recargar pilas y recuperarse.

También aconsejo recortar el tiempo de reuniones. Piensa en la ley de Parkinson, que propone que el trabajo se expande hasta llenar el tiempo disponible para su realización. En el contexto de las reuniones, esto sugiere que la gente tiende a utilizar todo el tiempo asignado a una reunión, independientemente de si el tema podría tratarse de manera más eficiente en un periodo más corto.

En lugar de programar reuniones de 60 minutos, intente reducirlas a 45 o incluso 30 minutos. Este ajuste garantiza que sus reuniones se mantengan centradas y alineadas, al tiempo que le da tiempo después para ordenar sus pensamientos y tomarse un respiro antes de su próxima reunión.

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