• La pobreza laboral llegó a 46% en mujeres y 42.5% en hombres, debido a la pandemia.
  • Las ramas de actividad que sufrieron la mayor contracción por el confinamiento tienen una sobrerrepresentación de mujeres.
  • El costo de que las mujeres no trabajen por una remuneración es muy alto, aproximadamente 22% del PIB.

La pandemia evidenció la desigualdad que existe en nuestro país en dimensiones como la edad, el nivel educativo, el ingreso y el género.

De acuerdo con el estudio Mercado laboral en México Post-pandemia, realizado por México, ¿cómo vamos? La pobreza laboral se situó en niveles nunca vistos desde 2005, cuando empezó el cálculo de esta media, para llegar a más de 46% en mujeres y 42.5% en hombres.

Las mujeres fueron particularmente afectadas durante la pandemia pues las ramas de actividad que sufrieron la mayor contracción como son comercio, hospedaje y servicios de preparación de alimentos, y servicios diversos tienen una sobrerrepresentación de mujeres, por lo que sus puestos de empleo se destruyeron con mayor frecuencia que aquellos de los hombres.

El costo de que las mujeres no trabajen por una remuneración y participen de la transformación de sus sociedades, economías y gobiernos es muy alto, 22% del Producto Interno Bruto.

Su falta de representación en espacios de la vida pública nos priva de su perspectiva, su talento y la riqueza de la diversidad.

En el documento, México ¿cómo vamos? propone seis medidas que ayuden a incorporar o crear nuevos puestos de empleo, sobre todo para las mujeres.

1. Atención a sectores que no observen recuperación

En sectores donde la recuperación sea nula o lenta, se podrían ofrecer recapacitaciones a los trabajadores y recolocarlos en actividades con mayor dinamismo.

Es posible que algunos patrones de conducta hayan llegado para quedarse o que no vuelvan a la normalidad mientras la pandemia continúe.

Tal es el caso de actividades que se realizan en lugares cerrados y con poca ventilación; o con pocas posibilidades de mantener sana distancia, como las salas de cine y teatro, restaurantes sin terrazas, conciertos masivos, entre otras.

2. Promover una nueva cultura de trabajo

La nueva cultura de trabajo donde el respeto al horario de trabajo, la flexibilidad de horarios, las medias jornadas laborales y el empleo remoto sean opciones reales para mujeres y hombres que realizan labores de cuidado.

La promoción de este tipo de prácticas entre los hombres es fundamental para empezar a cambiar los estereotipos de género.

3. Continuar con el esfuerzo de regularizar al trabajo doméstico remunerado

El trabajo doméstico remunerado es una actividad altamente feminizada, por eso se debe continuar con el esfuerzo de regularizarla para que los empleadores otorguen todas las prestaciones de ley, den seguridad laboral a sus trabajadoras y trabajadores, y, dada la experiencia con la pandemia, continúen incorporándolos a la seguridad social.

4. La respuesta del estado ha sido prácticamente inexistente en la protección de los puestos de trabajo

Para lograr la recuperación, es necesario que el estado se involucre en diversas actividades que promuevan la generación de empleo; sobre todo en las tres ramas de actividad más afectadas por la pandemia.

Por ejemplo, es momento de continuar con la promoción de México como un destino turístico internacional; de promover el turismo nacional e internacional a través de la reimplementación de los Pueblos Mágicos o un programa similar que otorgue incentivos a los pueblos y comunidades para ofrecer alguna atracción a sus visitantes.

Igualmente, el estado podría poner a disposición de los restauranteros créditos con bajas de interés, créditos fiscales; o la exención del pago de impuestos a quienes no hayan despedido a sus trabajadores.

A quienes contraten nuevos trabajadores en estos sectores se les podría exentar de las cuotas patronales para la seguridad social durante un periodo de recuperación.

5. La oferta de guarderías públicas se redujo

Con la cancelación del programa de Estancias Infantiles, el cual había incentivado la participación laboral femenina, las opciones de cuidados para los hijos de madres trabajadoras se redujo.

Es necesario que tanto el estado como los empresarios se comprometan con las trabajadoras y trabajadores para darles una mayor oferta de estos servicios, incluso dentro de los lugares de trabajo.

Esto último daría mucha confianza a los empleados y empleadas para dejar a sus hijos en la guardería a sabiendas de que pueden ir a “visitarlos” durante la jornada laboral.

6. Aunque no de forma sustancial, los hombres se involucraron más en labores de cuidados durante la pandemia

Es necesario que esta conducta se normalice por los hombres y las mujeres, y que la mantengan como parte de su responsabilidad para con sus familias.

Es necesario cambiar las normas de género que restringen el rango de acción de las mujeres en su empleo y de los hombres en el cuidado de sus hijos.

Se debe promover por todos los medios la idea de que los hombres también pueden cuidar. El estado lo puede hacer cambiando las leyes que aún impiden a hombres casados tener acceso a servicios de cuidado; o impiden que los hombres tengan licencias de paternidad extensas y obligatorias cuando nacen sus hijos.

Las empresas pueden promover una cultura donde los hombres también tengan derecho a ausencias para el cuidado de sus hijos, enfermos o adultos mayores cuando así lo requieran.

Es necesario que se promueva una cultura de trabajo donde estas responsabilidades no se vean como un costo para la empresa; sino que la posibilidad de balance sea una prestación de las empresas.

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