• A pesar de que muchos expertos confíen en que en 2021 será el año en que se pueda volver a la antigua normalidad, la experta en pandemias Laurie Garret opina que no.
  • La ganadora del Pulitzer cree que nuestras antiguas vidas regresarán hasta dentro de 36 meses, en el mejor de los escenarios.
  • Garret también advierte que las medidas de seguridad actuales como controles de temperatura o test de viaje no son efectivas.

¿Cuándo volveremos a la antigua normalidad?

Es probablemente la pregunta que más te hayas hecho desde el pasado marzo cuando inició la pandemia del coronavirus. El Covid-19 cambió la forma de vida de millones de personas, donde el contacto físico podría llegar a ser mortal.

En primavera, las previsiones eran más bien optimistas, pues muchos pensaban que a finales de verano o principios de otoño de este año el virus estaría más que controlado. Sin embargo, tras un principio de verano algo más relajado, una segunda ola está azotando a Europa.

Los expertos avisan de que este invierno podría llegar a ser bastante duro por la convivencia con la gripe, complicando mucho más los diagnósticos, pero muchos confían en que 2021 sea el año en que la pandemia termine.

A pesar de que se espera la llegada de la vacuna en 2021, esto no garantiza que la pandemia termine, debido a que tal vez no llegue a todo el mundo y mucho menos que sea efectiva en el 100% de la población.

La pandemia no terminará en 2021 y faltarán meses

Es por esto que la escritora científica ganadora del premio Pulitzer y experta en pandemias Laurie Garrett no cree que se consiga volver a la antigua normalidad hasta dentro de unos 36 meses, en el mejor de los casos.

“Eso suponiendo que tendremos una vacuna que cuente con una eficacia superior al 90% y sea segura, que pueda administrarse en una sola dosis y a 7,000 millones de personas en todo el mundo con relativa facilidad. No tenemos eso», explicó Garrett en el inicio del Skift Global Forum el pasado lunes.

«Ninguno de los principales candidatos a vacunas que se encuentran en proceso en este momento promete tener una eficacia superior al 50%».

Las medidas contra el Covid-19 dan sensación falsa de seguridad

Centrándose en la industria de viajes, Garrett ha advertido que algunas medidas de seguridad actuales no son realmente efectivas en el contexto de la movilidad, como por ejemplo los controles de temperatura, pues las personas contagian, incluso más, antes de llegar a tener fiebre.

Por lo que poner un termómetro frente a la cabeza de millones de viajeros a diario antes de subirse a un avión o un tren, no garantiza detectar el coronavirus si te has infectado horas antes, ni tampoco no tenerlo, en caso de que no tengas fiebre.

¿Y los tests? ¿Dan falsa sensación de seguridad? La experta argumenta que tienen el mismo problema comentado anteriormente, si te acabas de infectar, probablemente des negativo.

«No tienes suficiente ácido nucleico del virus, no estás produciendo anticuerpos todavía y es posible que tu cuerpo ni siquiera esté generando las proteínas», cuenta Garrett. «

Así que es como una falsa sensación de seguridad que se está poniendo, pero realmente no estás midiendo nada que tenga sentido,» agregó.

Cubrebocas y ventilación los hacen sentir seguros

La ganadora del premio Pulitzer explicó las claves para poder realizar viajes de la forma más segura posible: las cubrebocas y la ventilación, pues las primeras pueden llegar a proteger hasta en un 70% u 80% del contagio, una protección mayor de la que tienen las actuales vacunas en proceso.

En cuanto a la ventilación, la experta incide en que si no hay aire constante, entonces esas mismas partículas seguirán recirculando una y otra vez y, eventualmente, si no usa una mascarilla, invadirán tu respiración.

Entonces ¿es seguro tomar un avión o un crucero?

Los cruceros supusieron un gran foco de infección al principio de la pandemia y según un informe de los CDC, puede que hasta 11,000 personas hayan estado expuestas en aviones, pero sigue siendo una cifra difícil de confirmar.

«Las aerolíneas propagan enfermedades, lo que significa que las personas se infectan, suben a un avión, van a otro lugar y ahora transmiten la infección a otros«, apunta Garrett. 

«Por doloroso que sea para esa industria, no veo una manera segura de poner a las personas en una unidad de contención móvil, especialmente si van a lugares donde no se puede o es incómodo dejar las ventanas abiertas.»

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